sexta-feira, 22 de novembro de 2013

Un tribunal español emitió órdenes internacionales para la detención del expresidente de China Jiang Zemin y otros cuatro exdirigentes de ese país por la represión en Tíbet, informó la agencia Efe desde Madrid.
Los otros tres ex dirigentes son Li Peng, primer ministro chino a finales de la década de los años 80 y principios de la de los 90; Qiao Shi, exjefe de la seguridad china y responsable de la policía armada popular; Chen Kuiyan, secretario del Partido Comunista en la región autónoma del Tíbet entre 1992 y 2001, y a Peng Pelyun, ministro de Planificación Familiar de China en los años 80.
Esta causa se abrió después de que el Comité de Apoyo al Tíbet y la Fundación Casa del Tíbet presentaran una querella dirigida contra siete dirigentes chinos, entre ellos el expresidente Hu Jintao, sobre quien la Audiencia Nacional de España no ha dictado orden de detención.
A fin de obtener información de primera mano, La Voz de Rusia se comunicó por teléfono con Alán Cantos, director del Comité de Apoyo al Tíbet. Le hace preguntas el periodista Víctor Sújov:
–Señor Cantos: ¿a qué se debe ese interés y la preocupación de la sociedad española por la suerte de los tibetanos?
–Yo creo que más que la sociedad española son la representación de las víctimas tibetanas. El problema del Tíbet es un problema enquistado, es un genocidio, según nosotros, de libro de texto, clarísimo y es una zona de impunidad en donde sigue habiendo una herida abierta.
Y no es que la sociedad española se preocupe: es que como muy bien dice el término “derecho internacional y justicia universal”, algunos crímenes preocupan a la humanidad. Por eso se llaman “crímenes contra la humanidad”.
Hay representaciones de víctimas y abogados internacionales que ayudan a que la verdad salga y ayudan a que se corrija una injusticia que está pendiente. Y es lo único.
–El proceso judicial contra exdirigentes chinos se remonta al año 2006. ¿Y a qué se debe el hecho de que la justicia española se mantiene en posiciones, digamos, tan ofensivas, en buen sentido de la palabra, en este asunto?
–Bueno, depende de a quién se quiere ofender: si quieres ofender a la memoria de las víctimas, entonces no haces nada y pretendes que no ha ocurrido. Si se llama buscar justicia, “ofender” a los gobiernos poderosos que cometen crímenes, entonces puedes hablar de ofender a los gobiernos. Pero yo creo que aquí no es una cuestión de ofensas, es una cuestión de justicia.
Es como todo el mundo entiende que si hay un barco pirata en las aguas del Océano Índico, todo el mundo entiende que el país afectado puede llegar y arrestar a quien tenga que arrestar en aguas internacionales. En los crímenes internacionales se puede llegar a ellos a través de los tribunales nacionales. Es algo que todo el mundo entiende para el tráfico de drogas, asesinos en serie, piratas somalíes. Pero parece ser que cuando tocas a uno de los gobiernos poderosos, entonces todo se contamina políticamente.
Nosotros nos dedicamos a proteger a las víctimas tibetanas e intentar que se haga justicia y que se rompa la impunidad china ante sus irresponsabilidades en Tíbet. Todo lo demás para nosotros es contaminación política, económica y realmente es como un ruido al que intentamos no hacer mucho caso porque nosotros somos un equipo legal representando a víctimas tibetanas y el resto son comentarios políticos y no es muy saludable.
La justicia tiene que ser independiente del poder político y España lo que está demostrando es que tiene una justicia independiente del poder político.
–Seamos realistas. El tribunal español emitió órdenes internacionales para la detención del expresidente chino Jiang Zemin y otros cuatro exdirigentes de ese país por la represión en Tíbet. Desde su punto de vista como dirigente del Comité de Apoyo al Tíbet:¿cómo se podría apreciar las perspectivas de desarrollo de ese proceso judicial?
–La justicia no solamente es arresto, juicio y cárcel. Hay procesos anteriores de reconocimiento de los crímenes, de testificación de las víctimas que también son parte de la justicia. No hay que adelantarse: se llega hasta donde se pueden llegar estos casos. Son complicados y hay mucha gente que dice que son simbólicos. Pero en España hay gente en la cárcel por crímenes cometidos en Argentina y no es cierto que solo sean simbólicos. Pero incluso si fueran solo simbólicos, son símbolos de los principios elementales de la democracia. Entonces, incluso llamando casos simbólicos, pues, también tendrían nuestro apoyo porque por lo menos se dice la verdad y se habla de lo que ha ocurrido.
¿Qué perspectivas tiene? Pues, perspectivas de que la impunidad total del gobierno chino respecto a sus decisiones y actuaciones en Tíbet sea roto. Ya hay unos acusadores y luego también hay que decir que el arresto que se va a dictar no se ha dictado todavía. Es una orden de arresto.
Se hace porque los dirigentes no son capaces ni siquiera de responder a las acusaciones. Si respondieran a los cuestionarios de los querellantes y del juez no tendría porqué haber estas órdenes de arresto. Entonces, es también una incapacidad del gobierno chino de responder a sus responsabilidades judiciales, como hay un tratado con China de cooperación judicial que, por supuesto, no lo cumplen, entonces, no responden y los arrestos son solo para que respondan sobre las acusaciones. No es para cárcel, incondicional, porque no ha habido juicio. Esto es importante de explicarlo.
–Pero también es cierto que China es un país bastante “hermético y cerrado”, ¿verdad?
–Claro, y eso también tiene sus consecuencias. Pero eso no les ha impedido firmar el Convenio de Genocidio y ratificarlo. Es decir, es parte de la comunidad internacional y lo que no se puede hacer es pretender ser parte de la comunidad internacional para hacer negocios y desligarse de sus responsabilidades judiciales internacionales porque son muy poderosos y nadie les puede decir nada.
La ley es igual para todos en principio. Y es lo que de alguna manera la democracia española ha sido capaz de hacer.
Lo que hay que tener en cuenta es que no se puede hacer la diferencia que si los casos son en África o en países de poco peso, todo el mundo lo entiende, nadie dice nada, solo se indignan un poco en el país donde se está intentando hacer justicia, y todo el mundo lo entiende. Y en cuanto se toca a uno de los países poderosos, en seguida se desvirtúa el discurso y se contamina diciendo que si es una interferencia, que si no se qué, no se cuánto, clichés y frases completamente políticas que no tienen nada que ver con la justicia.
Nosotros estamos hablando de justicia, no de política.
Hasta aquí las declaraciones a nuestra emisora del español Alán Cantos, director del Comité de Apoyo al Tíbet.
vs/kg/er
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.

Sem comentários:

Enviar um comentário